Amalia, la cholita que se enamoró del café
El mundo la conoció cuando un turista le tomó una foto en el HB Bronze Coffeebar, en pleno trabajo, y la publicó en sus redes sociales. La presentó como la barista más elegante que vio. No es para menos, la joven de 23 años luce una pollera negra impecable y elegante que resalta su figura delicada.
Su nombre es Amalia Corina Tinta y está en plena formación para convertirse en una barista, experta en la extracción, y preparación del café, pero ya llama la atención: primero por su elegante estampa, y luego porque es la primera cholita en aprender esta profesión, que es una de las más modernas y novedosas que miles de jóvenes abrazan en Bolivia.
Amalia quería ser chef repostera, pero se enamoró del café.
Todo comenzó cuando llegó al HB Bronze Coffeebar, instalado en la casona Frías, el palacete del siglo XIX que Hierro Brother’s refacciona en su objetivo de devolverle a la ciudad de La Paz la gloria que tuvo una vez, cuando fue una de las capitales más hermosas de Latinoamérica. “Una señora me comentó que conocía a una muchacha con mucho carácter que quería trabajar, le pedí que la trajera”, cuenta Boris Alarcón, represente de Hierro Brother’s.
Amalia, la barista, sólo recuerda el nerviosismo que se apoderó de ella cuando entró al HB Bronze Coffeebar y sintió el olor a café. Estaba asombrada con todo lo que veía en el lugar, pero sus ojos se posaron en el tinto, que era preparado de una forma y con unos instrumentos que nunca había visto.
“Estaba muy nerviosa, más que ahora, y cuando entré vi cómo manejaban el café, como lo preparaban, me llamó tanto la atención, me pareció tan interesante”, recuerda la joven.
Confiesa que debido al estado de nervios en el que se encontraba, no recuerda muy bien lo que le preguntaron y lo que ella respondió en esa que fue su entrevista de trabajo, sólo que la contrataron en ese momento y que inmediatamente salió con Boris Alarcón a comprar su uniforme: una hermosa pollera negra. Su sueño comenzaba a hacerse realidad.
Amalia nació en Kellahuyo, un pueblito que está cinco horas de La Paz, “pasando por Achacachi y Escoma”. Cuenta que salió de Kellahuyo después de graduarse como bachiller , rumbo a La Paz, persiguiendo su sueño de ser chef repostera. “En Kellahuyo sólo se cultiva papa y cebada, pero poco, sólo para el consumo de cada familia”, dice.
Sabía de la repostería lo que le contaban los profesores de su colegio, Sallacucho, atendiendo su gran curiosidad, despertada por los libros que leía, sobre todo los cuentos, que la subyugan.
“Me decían que la repostería era una carrera muy cara, igual que medicina, pero yo quería estudiar para ser chef repostera”, afirma.
Ya con un buen tiempo en La Paz hizo su primer intento para estudiar repostería, invirtiendo sus esperanzas y todo el dinero que había ganado, trabajando en cultivos de coca en los Yungas y en un taller de textiles, donde tejía sin parar porque no tenía a dónde ir cuando le tocaba descansar. Amalia salió sola de su pueblo.
Pero por más esfuerzos que realizaba, no lograba alcanzar su sueño, así que decidió cambiar de rumbo y postergar su anhelo. No se imaginó que ese pasó atrás la acercaría a HB Bronze Coffeebar, donde encontró lo que le devolvería la fuerza y la ilusión para alcanzar su sueño: el café.
La barista instructora Gabriela Ángulo recuerda que la primera vez que vio a Amalia le llamó la atención la desmedida timidez de la joven. Pero esa impresión fue cambiando cuando comenzó a capacitarla y se encontró con una muchacha excesivamente curiosa, clave -dice Gabriela- para ser un barista. “No se queda con la duda de nada, siempre pregunta y eso es un estímulo porque nos lleva a seguir investigando. Para ser barista se tiene que estar en una investigación constante”, afirma.
La barista añade que para abrazar esa profesión se tiene que tener un gran amor por el café. Y Amalia ama el café, lo demuestra una y otra vez, como esa vez que escribió su historia a mano, como una carta de amor. “Amalia no tiene computadora en su casa y una vez escribió la historia del café a mano”, explica Gabriela Ángulo.
Es que la curiosidad y la timidez no son las únicas características que describen a Amalia Corina Tinta, sino también su perseverancia y capacidad de revertir las limitaciones y adversidades que aún enfrenta. Primero, vivir en una zona que se encuentra en la carretera a Laja, a más de dos horas de La Paz. Cada día se levanta a las 5:00 y debe embarcarse a las 5:50 si quiere llegar a su trabajo, a las 8:30. “Pero siempre llega antes”, destaca su jefe, Boris Alarcón.
La joven vive solo con sus hermanos menores. Sus padres, Marcela Tinta y Manuel Corina, que continúan en su pueblo, saben que alcanzó su sueño, pero aún no la vieron convertida en barista. “Vienen poco a La Paz porque dicen que aquí todo es plata y plata, y mi papá sólo pregunta de qué podría trabajar”, explica Amalia.
En tanto, ella hace planes para su futuro junto al café; ahora quiere estudiar gastronomía y aprender inglés.
Página Siete: https://www.paginasiete.bo/miradas/2018/8/5/amalia-la-cholita-que-se-enamoro-del-cafe-189570.html#!
Su nombre es Amalia Corina Tinta y está en plena formación para convertirse en una barista, experta en la extracción, y preparación del café, pero ya llama la atención: primero por su elegante estampa, y luego porque es la primera cholita en aprender esta profesión, que es una de las más modernas y novedosas que miles de jóvenes abrazan en Bolivia.
Amalia quería ser chef repostera, pero se enamoró del café.
Todo comenzó cuando llegó al HB Bronze Coffeebar, instalado en la casona Frías, el palacete del siglo XIX que Hierro Brother’s refacciona en su objetivo de devolverle a la ciudad de La Paz la gloria que tuvo una vez, cuando fue una de las capitales más hermosas de Latinoamérica. “Una señora me comentó que conocía a una muchacha con mucho carácter que quería trabajar, le pedí que la trajera”, cuenta Boris Alarcón, represente de Hierro Brother’s.
Amalia, la barista, sólo recuerda el nerviosismo que se apoderó de ella cuando entró al HB Bronze Coffeebar y sintió el olor a café. Estaba asombrada con todo lo que veía en el lugar, pero sus ojos se posaron en el tinto, que era preparado de una forma y con unos instrumentos que nunca había visto.
“Estaba muy nerviosa, más que ahora, y cuando entré vi cómo manejaban el café, como lo preparaban, me llamó tanto la atención, me pareció tan interesante”, recuerda la joven.
Confiesa que debido al estado de nervios en el que se encontraba, no recuerda muy bien lo que le preguntaron y lo que ella respondió en esa que fue su entrevista de trabajo, sólo que la contrataron en ese momento y que inmediatamente salió con Boris Alarcón a comprar su uniforme: una hermosa pollera negra. Su sueño comenzaba a hacerse realidad.
Amalia nació en Kellahuyo, un pueblito que está cinco horas de La Paz, “pasando por Achacachi y Escoma”. Cuenta que salió de Kellahuyo después de graduarse como bachiller , rumbo a La Paz, persiguiendo su sueño de ser chef repostera. “En Kellahuyo sólo se cultiva papa y cebada, pero poco, sólo para el consumo de cada familia”, dice.
Sabía de la repostería lo que le contaban los profesores de su colegio, Sallacucho, atendiendo su gran curiosidad, despertada por los libros que leía, sobre todo los cuentos, que la subyugan.
“Me decían que la repostería era una carrera muy cara, igual que medicina, pero yo quería estudiar para ser chef repostera”, afirma.
Ya con un buen tiempo en La Paz hizo su primer intento para estudiar repostería, invirtiendo sus esperanzas y todo el dinero que había ganado, trabajando en cultivos de coca en los Yungas y en un taller de textiles, donde tejía sin parar porque no tenía a dónde ir cuando le tocaba descansar. Amalia salió sola de su pueblo.
Pero por más esfuerzos que realizaba, no lograba alcanzar su sueño, así que decidió cambiar de rumbo y postergar su anhelo. No se imaginó que ese pasó atrás la acercaría a HB Bronze Coffeebar, donde encontró lo que le devolvería la fuerza y la ilusión para alcanzar su sueño: el café.
La barista instructora Gabriela Ángulo recuerda que la primera vez que vio a Amalia le llamó la atención la desmedida timidez de la joven. Pero esa impresión fue cambiando cuando comenzó a capacitarla y se encontró con una muchacha excesivamente curiosa, clave -dice Gabriela- para ser un barista. “No se queda con la duda de nada, siempre pregunta y eso es un estímulo porque nos lleva a seguir investigando. Para ser barista se tiene que estar en una investigación constante”, afirma.
La barista añade que para abrazar esa profesión se tiene que tener un gran amor por el café. Y Amalia ama el café, lo demuestra una y otra vez, como esa vez que escribió su historia a mano, como una carta de amor. “Amalia no tiene computadora en su casa y una vez escribió la historia del café a mano”, explica Gabriela Ángulo.
Es que la curiosidad y la timidez no son las únicas características que describen a Amalia Corina Tinta, sino también su perseverancia y capacidad de revertir las limitaciones y adversidades que aún enfrenta. Primero, vivir en una zona que se encuentra en la carretera a Laja, a más de dos horas de La Paz. Cada día se levanta a las 5:00 y debe embarcarse a las 5:50 si quiere llegar a su trabajo, a las 8:30. “Pero siempre llega antes”, destaca su jefe, Boris Alarcón.
La joven vive solo con sus hermanos menores. Sus padres, Marcela Tinta y Manuel Corina, que continúan en su pueblo, saben que alcanzó su sueño, pero aún no la vieron convertida en barista. “Vienen poco a La Paz porque dicen que aquí todo es plata y plata, y mi papá sólo pregunta de qué podría trabajar”, explica Amalia.
En tanto, ella hace planes para su futuro junto al café; ahora quiere estudiar gastronomía y aprender inglés.
Página Siete: https://www.paginasiete.bo/miradas/2018/8/5/amalia-la-cholita-que-se-enamoro-del-cafe-189570.html#!
Amalia, la cholita que se enamoró del café
Reviewed by Cheiru News
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domingo, agosto 05, 2018
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