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Fotos Cholitas Luchadoras de Bolivia

Breve historia de las cholitas luchadoras

Las cholitas en Bolivia son mujeres que visten trajes típicos: una falda llamada “pollera” que tiene cinco capas, un sombrero parecido a un bombín, joyas y mantos tejidos minuciosamente. Explicado esto, el fenómeno de las cholitas luchadoras se gestó de la lucha libre clásica y comenzó en el año 2002, cuando algunos organizadores de estos eventos decidieron incluir mujeres.
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A uno de estos “visionarios” se le ocurrió la idea al ver un día una pelea en la calle de dos señoras cholitas y ver que nadie las separaba. Es aquí donde entiendo el comentario del taxista. ¿Quién fue este visionario? Nadie lo sabe, pero casi todos los que organizan eventos de lucha libre en el país afirman ser los inventores de esta colosal y singular forma de pelea dentro de la lucha libre boliviana. Lo que sí está claro es que al hacerlo crearon una “marca” única en el mundo que ha llevado la historia de estas mujeres a rincones del planeta que quizá ellas ni sepan que existen.
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La Mamacha

Carmen Rosa es propietaria de un local de antojitos en el centro de La Paz y la conocen como La Mamacha (la ruda, la temible). El sitio está al lado de su casa, humilde y llena de imperfecciones, con conexiones eléctricas y tubos que salen de todos lados. La encuentro en la cocina, frente a una montaña de papas que pela reflexivamente “este restaurancito es lo que me da cierta seguridad económica, aunque a mí lo que me gusta es luchar”, me dice. Al lado de ella, su hija Lucía, quien la ayuda. Carmen Rosa es sin duda la pionera de este deporte, que ya con 45 años dice que le toca ceder el testigo a su hija, “si es que quiere”. Lucía me mira y asiente, está de acuerdo con la idea. Y es que los años no pasan en vano. En cada presentación que hace Carmen, es rara la vez que se vaya sin una lesión “de las que ya me cuesta más reponerme” dice con tristeza.

El show comienza con las peleas de rigor de luchadores de categorías inferiores a las de Carmen Rosa y La Paceña. Ese rango de pagos es quizá ridículo: por cada lucha Carmen Rosa gana 15 dólares. Ya imagino lo que ganan los demás. Uno de esos combates primerizos es de lo más loco que he visto. Es el de Marina la Cholita con un hombre enmascarado y que se le conoce como el Rey Jabalí y que en la vida real es su marido. Durante la pelea realmente se dan con muchas ganas. Me consuelo pensando que quizá cuando están en el ring, drenan toda la carga marital con los golpes que se infligen.

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Llega la pelea que todo el mundo espera entre Carmen Rosa y La Paceña. Bailan antes de llegar al ring, con toda su indumentaria perfecta, encajes, sombrero y faldas. Se plantan en el cuadrilátero y el árbitro da las indicaciones de rigor. No le hacen caso, Julia le mete un puñetazo y va por Carmen Rosa.

Se suceden las clásicas llaves y contrallaves, pero mantener todo esto con el peso de sus “polleras” es algo importante, porque no son lo que se dice unas atletas que entrena a diario en un gimnasio, son como cualquiera de las cholitas que están en el público y en las calles de la ciudad. Me sorprende escuchar a una Carmen Rosa furibunda decirle groserías a su contrincante, con lo dulce que se veía pelando papas.

Se bajan del ring y están muy cerca de la gente y creo que muchos quisieran participar en la golpiza. Esto es lo que más gusta al público. Sale un cinturón de no sé dónde y le da con mucha violencia a Julia unos buenos “correazos”. Se voltea y Julia le estampa una silla de plástico que un niño muy amablemente le cede, dejándola sin aire, casi fuera de combate. Hay sangre y todo el mundo parece feliz por ello. El público delira. Entiendo la preocupación por las lesiones de las que me habló Carmen Rosa. Terminan las peleas, pero la gente sigue allí, con el alcohol ya enturbiando las miradas, con los gestos en cada uno un poco más torpes. La Mamacha se toma fotos con quien las pide. Un hombre al que le faltan casi todos los dientes de la parte de arriba y creo que sólo tiene 30 años le grita “¡Estás bien buena, mujer!, ¡Quiero que me pegues unos correazos!” Carmen Rosa me mira irónica, “Para lo que quedé ¿no?”
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Todas son luchadoras

Al día siguiente me encuentro con Alberto Medrano, un periodista que ha promovido la lucha libre boliviana a través de pequeños espacios radiales y que me asegura que las cholitas que él conoce son las mejores. Nos vamos a Villa Victoria, un barrio donde todavía no hay calles asfaltadas. En un gimnasio del mismo nombre van a llevarse a cabo los combates por la noche. El lugar es deprimente, luce abandonado y huele a millones de meadas. Hay un desvencijado ring en el medio del local. Hace frío y ya preparado para los embates de la altura llevo mi termo con cuatro litros de té de coca. Creo que me volví adicto. Voy a conocer a un grupo de cuatro cholitas de uno de los varios grupos organizados de lucha libre boliviana que sobreviven en la ciudad.


Las cholitas están en los camerinos. Conozco a Benita la Intocable (nombre real Mariela). Hija y nieta de luchadores bolivianos, su destino estaba marcado por este deporte. “Me gusta pegar y sentir la adrenalina que emana de la lucha, en lo personal soy fuerte y como enemiga no me quieras tener, me gusta ser mala”. Después de decirme esto, las anuncian. Benita sale a escena bailando con una música típica boliviana de fondo, el público la recibe con abucheos, ella les responde con gestos de odio y los enfrenta, algunos niños le gritan obscenidades, ella continúa hacia el ring. Luego salen Juanita la Cariñosa y Rosa la Temerosa, las buenas de la contienda. Acompañará a Benita, la cholita Reyna, de 20 años, otra de las “malas” de la noche que cuando entra en el recinto un niño le tira palomitas de maíz a la cara. Reyna se enciende y lo toma por los pelos, le retuerce la bolsa en la cabeza desparramando todas las palomitas por el suelo y yo me pregunto dónde estarán los padres de ese niño.

Las cuatro se encuentran en el ring. Se insultan: “Chola sucia hija de puta, te voy a matar, me tienes harta con tus malos modales”, le dice la supuesta cariñosa Juanita a Benita. Esta ni se inmuta y le da una cachetada a traición que le pone la mejilla colorada. El drama y el teatro están servidos, las otras entran al ring, se jalan los cabellos, gritan, pegan patadas, hacen volteretas en sus trajes indígenas tradicionales con una facilidad pasmosa. Se pegan con sillas de metal. Todos olvidamos el tiempo esperado. Esto está bueno. Se tiran de las esquinas en vuelos mortales. Juanita, aún con su reposo de su último parto, es la que más acusa en su rostro el dolor y creo que es muy real pero, ¿cómo no? Como casi en todas estas luchas, al final ninguna gana, todo es parte de la trama, para que el público vuelva y desee más la semana siguiente. Y mientras llega ese día, Juanita volverá a amamantar a su bebé, Benita regresará a su trabajo de secretaria en una oficina de abogados de la ciudad, Reyna cocinará para sus dos hijos los desayunos antes ir a la escuela y Rosa seguirá vendiendo ropa interior para cholitas en su puesto del centro de la ciudad.
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Textos extraídos a través dela fuente original: VICE

Fotos Cholitas Luchadoras de Bolivia Fotos Cholitas Luchadoras de Bolivia Reviewed by Cheiru News on domingo, agosto 17, 2014 Rating: 5

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